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Extinción: Aqveronte 18-1 (2/2)

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Tras descubrir que el carguero Aqveronte 18-1 no estaba tan abandonado como ellos creían y, después de perder al doctor Zachary a manos de una de aquellos engendros cibermecánicos a los que el grupo había bautizado como “zombies cibernéticos”, los tripulantes del CS Galatea permanecían ocultos tras la puerta acorazada de uno de los numerosos almacenes de residuos de la nave varada. Habían acordado abrirse paso hasta la sala de servidores del Aqveronte, a fin de saber a qué se enfrentaban y, sobre todo, descubrir cómo escapar. Contactaron por radio con Lacey, quien permanecía encerrada en el Galatea, intentando sin éxito luchar contra el código corrupto para poder liberar su nave. Por suerte, ninguno de aquellos monstruos había intentado salir por la escotilla y cruzar la pasarela tubular hacia ella. La mujer sospechaba que ni siquiera habían detectado su presencia. Después de una hora en aquel habitáculo, decidieron ponerse en marcha. No escuchaban ruidos desde hacía más de media hora

Extinción: Aqveronte 18-1 (1/2)

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Poco a poco, las siete cápsulas de crio-sueño comenzaron a abrirse, casi al mismo tiempo en que las luces de emergencia quedaban eclipsadas por la intensidad de las potentes lámparas que se preparaban para recibir el despertar de la tripulación. Con un siseo, la última de las cápsulas se abrió y la tripulación del CS Galatea comenzó a despertar de aquel largo sueño. La CS Galatea no era una nave grande, era un remolcador de clase media en el cual, como mucho, podían alojarse unas doce personas. La tripulación, en este caso, disponía de algo más de espacio ya que la empresa propietaria había desinstalado cinco de las cápsulas de crio-sueño con el fin de ganar espacio para una carga que, ahora, no estaba abordo. Porque la CS Galatea era, realmente, una nave de rapiña propiedad de la empresa Delta Industries: una pequeña empresa de logística que sobrevivía como podía esquilmando naves que habían sido abandonadas en el espacio para reutilizar sus componentes. Delta no pagaba demasiado bi

(Scrap): El Despertar del Caos Reptante (2/2)

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Tras derrotar al Culto del Caos Reptante en la ciudad de Pudale y descubrir que la maligna secta pretendía invocar al mismísimo Nyarlathotep en las ruinas de una antigua ciudad llamada Kadath, situada en el Desierto Gélido, el grupo formado por Alshana, Cinthork, Brilvak, Thaldus y Neshim se puso inmediatamente en camino. Sabían que el tiempo jugaba contra ellos y tenían la firme intención de evitar que el Dios de la Lengua Sangrienta pusiese siquiera uno de sus sucios tentáculos en el reino de Ceattania. El Desierto Gélido era un lugar desértico y hostil, donde el viento gélido y el frío intenso reinaban en el paisaje. Se trataba de un desierto polar que se prolongaba por miles de kilómetros, tapizado de hielo y nieve que apenas sostenía vida alguna. El sol lucía con una luz débil y borrosa, y la noche era larga y tenebrosa. El silencio era total, interrumpido solo por el quebrar de las capas de hielo que se resquebrajaban y movían. Por suerte para los compañeros, la habilidad de Als

(Scrap): El Despertar del Caos Reptante (1/2)

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El reino de Ceattania estaba experimentando una era de paz y prosperidad sin precedentes desde que el rey Brentan III ascendiese al trono. Desde entonces, las tierras bajo su dominio habían ganado progresivamente en estabilidad, dejando atrás los conflictos sangrientos que asolaron el reino en el pasado. De no ser así, no hubiese convocado a los más importantes héroes del reino. Alshana Albadorada entró por una de las enormes puertas de la ciudad de Pudale, ataviada con sus modestas ropas de exploradora. A pesar de la fascinación que su condición de elfa parecía despertar en los ciudadanos, ninguno de estos la reconocía como lo que realmente era: la princesa y heredera del Bosque de Mirie; además del mejor arco de Ceattania. Alshana había sido convocada por el mismísimo Brentan III mediante una misiva, y era una llamada que no podía ignorar. No en vano, hace muchos años, fue Brentan quien detuvo el conflicto con los elfos del Bosque de Mirie, retirando las tropas que su difunto padre