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Veneno en la sangre - La ciénaga de la muerte (7/X)

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Tras perder a Lord Orvyn, muerto cuando el grupo cayó en una de las trampas dispuestas por los hombres lagarto en la antigua ciudad en ruinas, los compañeros se disponían a entrar en el templo de los antiguos moradores para hacerse por fin con el Diamante de Las Almas y poder salir de una vez por todas de la maldita Ciénaga de Tisthon. Con suma cautela, el grupo se adentró en una amplia y sombría cámara adornada con estatuas de deidades ya olvidadas por el mismo tiempo. El musgo cubría estas efigies y, además, los hombres lagarto las habían profanado pintando con sangre sobre ellas. En el dintel de piedra sobre la puerta que permitía continuar internándose en el templo, una inscripción anunciaba: “ En este sagrado lugar se custodia el Diamante de Las Almas, como memoria al sacrificio de Uldim, que heroicamente sacrificó su vida para salvar la de todos.” Fendrel, incapaz de controlar su indignación ante la hipocresía de los antiguos moradores, profirió una larga serie de improperios s...

Veneno en la sangre - La ciénaga de la muerte (6/X)

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Tras encontrar a la mujer lagarto Ssellak durante su travesía por el pantano, los compañeros fueron guiados por esta hasta la misteriosa ciudad en ruinas donde esperaban encontrar el Diamante de Las Almas, necesario para combatir a Yzumath. Sin embargo, lejos de pretender desafiar al caudillo Verrak, como les había contado la saurial, Ssellak les había conducido directamente a una trampa. Ahora, rodeados de enemigos, se disponían a jugarse la vida en aquella antiquísima calle anegada por las fétidas aguas de la Ciénaga de Tisthon. Mientras Garrick apenas manoteaba torpemente su cinto en busca de la daga, Elatha avanzaba de dos grandes zancadas para llegar hasta uno de los sauriales y ensartarlo con su lanza. Un momento después, los hombres lagarto se abalanzaban sobre el grupo. La propia Ssellak, junto a otros dos de sus congéneres, atacó a Lord Orvyn; aunque el caballero lograba defenderse con bastante eficacia hasta el momento. Valmer chilló de dolor cuando la lanza de un saurial ...

Los Reinos (T4) - Las Tablas del Destino (6/X)

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Los compañeros habían tenido una llegada interesante a la ciudad de Sharn, en el mundo de Eberron. Tras enfrentarse a asaltantes daelkyr en el distrito de Los Engranajes y sobrevivir a los asesinos dolgaunt contratados por los Zhentarim, lograron contactar con el tenku Chimer, quien les prometió subirles al mismo tren relámpago en el que viaja Ianphanis d'Medani. Por si fuese poco, además habían encontrado la guarida de los Zhentarim, donde habían logrado acabar con Angus Materi y Dhamir Ercals, aunque Manshoon, Wynna y Zerana hubiesen logrado escapar del grupo. Ahora, el siguiente paso de los compañeros pasaba por llegar hasta el hijo del Barón Trelib d'Medani. Apenas pudieron descansar unas pocas horas antes de dirigirse al almacén de Desembarco de Tavik donde los hombres de Chimer les hicieron entrar en varias cajas de gran tamaño. Desde el interior de estas, los compañeros pudieron percibir cómo eran cargados en varias carretas y trasladados a través de las calles de Sharn...

Los Reinos (T4) - Las Tablas del Destino (5/X)

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Los compañeros habían conseguido el primero de los Glifos del Destino en el Templo del Sumo Sacerdote de la ciudad sumergida de Istar. Allí, no solo acabaron con el contemplador Xanathar y sus secuaces, sino que Cinthork pudo por fin saldar cuentas con Kragor, su acérrimo enemigo. Ahora, los compañeros se encontraban de vuelta en Sigil, aunque por poco tiempo, ya que en breve se disponían a poner rumbo al mundo de Eberron, más concretamente a la cosmopolita ciudad de Sharn. Así, el grupo fue guiado por Éloze hasta el barrio de los Matasietes, concretamente hasta una extraña vivienda en la que varios engranajes móviles se mostraban en la fachada. En el patio delantero, algunas esculturas hechas a base de metales retorcidos y varios objetos, recibían al visitante. No había aldaba en aquella puerta, de modo que Cinthork tuvo que pulsar una extraña pieza protuberante para que, tras escucharse una campanilla en el interior de la casa, un inesperado zumbido abriese la puerta. El interior de...

Veneno en la sangre - La ciénaga de la muerte (5/X)

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Después de haber perdido a Kozaf y Ciera al ser atacados por un grupo de hombres lagarto acompañados de dos enormes cocodrilos amaestrados, los compañeros prosiguieron su camino hacia la misteriosa ciudad en ruinas donde esperaban encontrar el Diamante de Las Almas que, según habían descubierto recientemente, albergaba en su interior el alma de un celestial que fue sacrificado para poder encadenar en el pasado a Yzumath, el dragón de oscuridad. Avanzaron por el pantano a través de la densa vegetación, con sus piernas cada vez más pesadas a causa el fango acumulado en las botas. La niebla había vuelto a levantarse algo antes del amanecer y entorpecía la visión. De cuando en cuando, para empeorar las cosas, alguno tropezaba con una raíz sumergida o metía el pie en una poza, cayendo de bruces a las turbias aguas. Elatha y Lord Orvyn marchaban a la cabeza, seguidos de Valmer y Garrick; con Fendrel cerrando la comitiva. La guerrera utilizaba el asta de su lanza emplumada para tantear el te...

Veneno en la sangre - La ciénaga de la muerte (4/X)

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Tras asaltar con éxito el enclave sumergido en el que el chamán Aruc y sus hombres lagarto se habían asentado, los compañeros lograron arrancar al sacerdote la ubicación del templo perdido que andaban buscando, situado en unas antiguas ruinas existentes en el mismísimo corazón de la Ciénaga de Tisthon. Conocedores de la trascendencia de la misión que tenían entre manos, se dirigieron sin dudar hacia el oeste, en busca de aquel lugar. Poco después de haber iniciado la marcha, se toparon con un espeso banco de niebla. Aquella bruma les provocaba cierta sensación de inquietud, con sonidos de chapoteos o graznidos llegándoles ocasionalmente de entre la neblina. El avance era especialmente penoso entre el fango que cubría aquella zona. Garrick, Fendrel y, sobre todo la cazatesoros Ciera, estaban pasándolo especialmente mal. Finalmente, para cuando hubo llegado el medio día, Fendrel estaba tan exhausto por el avance que el grupo tuvo que detenerse a descansar un par de horas. Por suerte, un...