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Mostrando entradas de septiembre, 2021

One Shot (Sombra de la Bestia): El pequeño Cody North

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Eran poco más de las cinco de la mañana cuando comenzó a sonar el teléfono en la casa de Mary Sue Pender. Era allí donde había terminado viviendo el detective Joe Pender una vez se hizo efectiva su baja psicológica en la Policía de Nueva York. No es que a Joe le ocurriese nada en realidad. Esa baja había sido una simple argucia para quitarse del medio ante aquella investigación de Asuntos Internos. Esos malditos buitres siempre estaban encima de los demás polis. Y por si fuera poco, Joe había cogido realmente ese dinero, durante aquella redada. En fin, aquellos jamaicanos iban a pasar una buena temporada a la sombra y toda esa pasta se pudriría en un almacén de pruebas. Y Joe necesitaba aquel dinero para su hermana, así que lo cogió. Pero volviendo al día en que sonó el teléfono, Mary Sue llamó suavemente a la puerta del dormitorio de su hermano. Aunque él la escuchó perfectamente, decidió hacerse el dormido; al menos hasta que ella insistió. Su hermana le indicó que llamaban

Dirigir Rol: Diseñar partidas de investigación

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Creo que no me equivoco en absoluto si digo que las aventuras de misterio e investigación nos encantan a casi todos los jugadores de rol. Más allá de avanzar por un pasillo matando y matando monstruos, este tipo de aventuras nos suelen invitar a una mayor interacción con los PNJ; así como a estrujarnos la sesera en busca de soluciones. Además, como directores de juego, a todos nos enloquece la idea de diseñar una trama misteriosa que fascine a nuestros jugadores y nos permita recrearnos sádicamente mientras les contemplamos divagar y dar palos de ciego hasta que, finalmente, dan con el chispazo correcto que les permite resolver el caso. Y es que ahí está el quid de la cuestión: solo será divertido si lo resuelven… da igual que acaben todos muertos, pero no deberían pasar toda la partida hablando con los fruteros de cada puesto en Chinatown; deberían acabar encontrando la guarida de los Dragones Rojos y ya ahí, que sea lo que tenga que ser. Los escenarios de investigación son esce

Draconis Tempora: Korvosa (T2), siete días de aquí a la tumba (5/7)

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Amanecía un nuevo día en la ciudad de Korvosa y con él, los compañeros desayunaban en silencio en sus dependencias de “La Jarra de Jeggare”. La paladina humana Kaylee, el explorador shoanti Rostroajado, el bardo semielfo Gylip y la maga elfa Arien se llevaban a la boca unas insípidas gachas. El ambiente era tan sombrío que ni siquiera Arien protestaba por el paupérrimo desayuno. A pesar de la colaboración por parte de los hombres rata de Eries, los cadáveres comenzaban a amontonarse debido a la gran virulencia de la epidemia conocida como Velo de Sangre. Tal era así, que los clérigos de Lathander habían comenzado a ofrecer importantes descuentos en sus servicios curativos a aquellos que ejerciesen como carreteros para transportar los cadáveres al Distrito Gris, donde serían enterrados en fosas comunes. Unos nudillos aporrearon la puerta, algo que se estaba empezando a convertir en costumbre durante los últimos tiempos y que, según apuntó acertadamente Kaylee, siempre traía consigo

Gestión de la Mesa: El tiempo de juego

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Ya decía Theoprastus que “el tiempo es la cosa más valiosa que una persona puede gastar”, y creo que es algo que los roleros sabemos muy bien. No obstante, el tiempo es uno de los grandes enemigos de todo aquel que se entregue a las garras de nuestra afición. Normalmente, nuestros problemas con el tiempo vienen referidos a la poca disponibilidad de este a la hora de ubicar en él nuestras partidas por culpa de todos esos “pequeños” inconvenientes de la vida adulta, a saber: trabajos, pareja, hijos, perros, gatos, bla, bla, bla… Sin embargo, hoy no voy a escribir sobre ese problema temporal en concreto, sino sobre el tiempo de juego propiamente dicho. ¿Por qué? Pues porque está claro que, si bien nos encantaría prolongar nuestras partidas y que siempre durasen unas diez horas, normalmente chocamos con la realidad en este punto. Todos hemos oído o dicho aquel “yo solo puedo hasta las siete”, ese “como mucho, puedo unas tres horas” o cualquier otra frase desconsiderada que le corta e

Draconis Tempora: Korvosa (T2), siete días de aquí a la tumba (4/7)

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Kaylee y Rostroajado descansaban como podían en sus dependencias de “La Jarra de Jeggare”, reponiéndose de aquella dura jornada bajo las aguas del río en la que habían perdido a dos compañeros… dos compañeros más. Fue entonces cuando unos nudillos aporrearon la puerta. Cuando Rostroajado se acercó a abrir, lo que encontró al otro lado fue a un semielfo de muy agraciadas facciones que se presentó como Gylip. Aquel sujeto vestía a la última moda y llevaba encima tanto perfume que olía como una fulana de burdel caro. El tal Gylip era un bardo (uno muy bueno, decía él) que deseaba unirse a la paladina y el explorador, ya que el grupo estaba empezando a ganar fama en Korvosa y, cómo no, él quería subirse a esa ola. Además, sabía de buena tinta que el grupo tenía actualmente dos vacantes. Esto fue dicho con tal falta de tacto que Rostroajado a punto estuvo de arrancarle la cabeza de los hombros. Excusándose por su exceso de entusiasmo, Gylip les contó que, entre sus contactos, habí

Draconis Tempora: Korvosa (T2), siete días de aquí a la tumba (3/7)

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El grupo formado por la paladina Kaylee, el guerrero elfo Linasaer, el mago gnomo Valmin y el explorador shoanti Rostroajado no tuvo demasiados problemas para escoltar al sacerdote Ishani de vuelta a su templo a través del deprimido barrio de Fin de la Senda. Cuando llegaron a la plaza en la que se hallaba erigido el templo de Lathander, encontraron a una multitud arremolinándose en las escalinatas de acceso al templo. Varios guardias de la orden pugnaban con la muchedumbre para intentar mantener la calma. Fue Rostroajado el primero en percatarse de que algunos de aquellos ciudadanos presentaban pústulas en la piel, unas muy parecidas a las de la pequeña Brisa. Según vociferaban un par de sacerdotes a las puertas del templo, los sanadores habían agotado sus recursos mágicos por el día y no podrían atender a más enfermos. La gente, no muy contenta con aquello, parecía estar empezando a alterarse. Kaylee ascendió unos pasos por la escalinata y se dirigió a la multitud para intent