Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como crónicas

Kinefall (T1) - Todas las almas de Ripfort (2/X)

Imagen
Aunque había amanecido casi un par de horas antes, las altas torres de la Catedral de Kinefall aún parecían envueltas en la noche, como si quisieran acompañar la sensación de oscuridad que atenazaba el corazón de muchos ciudadanos aquella mañana. Muchos aún no habían tenido tiempo de asumir todo lo que había ocurrido el día anterior, cuando las calles de la ciudad se habían llenado de hombres armados: gendarmería que parecía actuar bajo el mando de la vieja nobleza. Los muchachos, con la voz rota y haciendo gala de bastante menos entusiasmo que de costumbre, anunciaban las noticias impresas en los diarios que vendían. Curiosamente, o no tanto, aquella mañana todos los diarios de Kinefall eran el mismo. “Por fin ha terminado la oscura deriva de nuestro amado Imperio, aquella a la que nos conducía el infame reinado de Marietta III. Hoy los ciudadanos pueden congratularse de que una figura tan respetada como Lord Artemus Scarborough haya tomado las riendas para, en colaboración con las

Kinefall (T1) - Todas las almas de Ripfort (1/X)

Imagen
Como cada mañana, las serpenteantes calles de la ciudad de Kinefall, capital del Imperio, se llenaban de vida dejando ver el crisol de culturas y tradiciones que tejían la bulliciosa urbe. Algunos muchachos gritaban las noticias de los principales diarios, mientras los primeros carruajes de vapor comenzaban a moverse entre los majestuosos edificios que, poco a poco, iban dejando morir las luces de sus fachadas. En los canales de la ciudad, los jardines flotantes recibían a los primeros ciudadanos que hacían un alto de camino a sus trabajos para ojear los diarios, sentados en algún banco mientras la fragancia de las flores les envolvía. Al rededor de estos bellos islotes, pequeñas embarcaciones se movían con perezoso ritmo transportando personas o mercancías. Los mercados abrieron sus puertas, rebosantes de vida, ofreciendo productos exóticos y artefactos fascinantes al mismo tiempo que los cafés se llenaban de risas y música ya a primera hora de la mañana. Hacía menos de una década,

Extinción: Aqveronte 18-1 (2/2)

Imagen
Tras descubrir que el carguero Aqveronte 18-1 no estaba tan abandonado como ellos creían y, después de perder al doctor Zachary a manos de una de aquellos engendros cibermecánicos a los que el grupo había bautizado como “zombies cibernéticos”, los tripulantes del CS Galatea permanecían ocultos tras la puerta acorazada de uno de los numerosos almacenes de residuos de la nave varada. Habían acordado abrirse paso hasta la sala de servidores del Aqveronte, a fin de saber a qué se enfrentaban y, sobre todo, descubrir cómo escapar. Contactaron por radio con Lacey, quien permanecía encerrada en el Galatea, intentando sin éxito luchar contra el código corrupto para poder liberar su nave. Por suerte, ninguno de aquellos monstruos había intentado salir por la escotilla y cruzar la pasarela tubular hacia ella. La mujer sospechaba que ni siquiera habían detectado su presencia. Después de una hora en aquel habitáculo, decidieron ponerse en marcha. No escuchaban ruidos desde hacía más de media hora

Extinción: Aqveronte 18-1 (1/2)

Imagen
Poco a poco, las siete cápsulas de crio-sueño comenzaron a abrirse, casi al mismo tiempo en que las luces de emergencia quedaban eclipsadas por la intensidad de las potentes lámparas que se preparaban para recibir el despertar de la tripulación. Con un siseo, la última de las cápsulas se abrió y la tripulación del CS Galatea comenzó a despertar de aquel largo sueño. La CS Galatea no era una nave grande, era un remolcador de clase media en el cual, como mucho, podían alojarse unas doce personas. La tripulación, en este caso, disponía de algo más de espacio ya que la empresa propietaria había desinstalado cinco de las cápsulas de crio-sueño con el fin de ganar espacio para una carga que, ahora, no estaba abordo. Porque la CS Galatea era, realmente, una nave de rapiña propiedad de la empresa Delta Industries: una pequeña empresa de logística que sobrevivía como podía esquilmando naves que habían sido abandonadas en el espacio para reutilizar sus componentes. Delta no pagaba demasiado bi